El corsario holandés Van der Does

En un caluroso mes de junio de 1599, traídos por los vientos alisios y las corrientes marinas de Canarias, desembarcaron en la costa de Las Palmas de Gran Canaria más de 70 buques de guerra, con miles de soldados, capitaneados por el corsario holandés Van der Does. 

Hoy, en Guanchipedia, te contaremos qué sucedió en la isla de Gran Canaria en esa época y cómo los canarios finalmente pudieron defender sus tierras, su isla, de los saqueadores holandeses. 

Así que, preparen las roscas, cotufas, millitos o floritas porque comenzamos. 

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Cuando Canarias se convirtió en una zona de paso para los piratas y corsarios

Como te hemos contado aquí en Guanchipedia, Canarias se convirtió en ese punto estratégico del Atlántico, donde los barcos pasaban para repostar y seguir su camino hacia las américas. Y de ahí que fuera un lugar deseado por muchos, porque hacía de ese punto de unión entre América y Europa.  

Por eso, Felipe II ordenó fortificar aún más algunas de las islas, para evitar los ataques navales de corsarios y piratas, o sea, para evitar las incursiones de corsos que traían la mar entre ambos continentes. 

Concretamente, en Las Palmas de Gran Canaria ya existía el Castillo de La Luz, la primera edificación de carácter defensivo que se construyó en la ciudad en el año 1494, después de la conquista de Gran Canaria. Un lugar estratégico para defender la isla.  

Se dice que allí, donde ahora está el Castillo de La Luz, el fundador de la ciudad de El Real de Las Palmas (la actual ciudad de Las Palmas de Gran Canaria), Juan Rejón, ordenó construir una torre más sencilla para defender el territorio conquistado. Incluso, esta fortaleza estuvo situada sobre el arrecife, alejada de la tierra firme. 

Si ahora viajas a la ciudad de Las Palmas de Gran Canarias verás que el Castillo de La Luz está en el interior debido a cómo ha ido creciendo la ciudad. 

Volviendo al tema de este episodio, de entre todas las islas, Gran Canaria era la que mejor estaba situada para el enemigo. Las corrientes marinas facilitaban la llegada de barcos a ella, barcos que querían viajar hacia América o retornar a Europa. 

Además, era una isla que contaba con suficientes recursos, no como sucedía en las islas más orientales como Lanzarote y Fuerteventura. Por ese motivo, Van der Does decidió atacar primero a la isla de Gran Canaria.  

La llegada del corsario holandés a la costa grancanaria no pasó desapercibida para los isleños, los esperaban armados hasta los dientes. Fue entonces cuando comenzaron a sonar las campanas de la iglesia de Arucas, el sonido atronador de los cañones y los duros enfrentamientos entre los isleños y la flota holandesa.  

Durante la contienda, y varios intentos fallidos por parte de la tropa holandeses de dominar la costa grancanaria, finalmente Van der Does se hizo con el control de la fortaleza defensiva de la Isleta, el Castillo de la Luz, una de las defensas que tenía el puerto y la ciudad Las Palmas de Gran Canaria en esos momentos. 

Por otro lado, desde la Torre de Santa Ana, también conocida como “Cubelo de Santa Ana”, los isleños se seguían defendiendo de los holandeses. 

Curiosamente, esta última fortificación urbana, estaba situada en la costa este y actuaba como complemento defensivo del recinto amurallado de ciudad. Sí, sí, la ciudad estaba amurallada y, hoy en día, no queda ningún resto del torreón ni de la Muralla de Las Palmas (Muro del Real), sólo se conserva un fragmento junto al Castillo de Mata. 

Alonso Alvarado, el gobernador de la isla de Gran Canaria, lo tenía muy claro: los canarios y las canarias no iban a permitir que se conquistara de nuevo su isla. Y en ese afán de mostrar su superioridad a los navegantes holandeses, se dice que cuando vio que los holandeses controlaban la ciudad, lanzó las llaves del castillo sujetas en uno de los proyectiles del cañón. ¿Será cierto esta información? 

Tras varios intentos fallidos, finalmente los soldados holandeses tomaron el control de la ciudad de Las Palmas, lo que provocó la huida de los canarios hacia el interior de la isla, atrincherándose en el abrupto Monte de Lentiscal, en la zona de El Batán del actual municipio de Santa Brígida 

En ese momento fue cuando doy comienzo la histórica Batalla del Batán, y lo que parecía ser el fin del dominio español en la isla. 

Desde lo alto de la isla de Gran Canaria, los canarios permanecieron unidos y a la espera del ataque de los holandeses. Desde la isla de Tenerife, llegaron refuerzos a la isla, porque la cosa no pintaba nada bien. 

El poeta grancanario Bartolomé Cairasco de Figueroa habla de este acontecimiento histórico.

Ante la negativa de los isleños de caer en manos de Van der Does, crearon una comisión para parlamentar con el holandés. De esa comisión, formaba parte el poeta y dramaturgo canario Bartolomé Cairasco de Figueroa. Sí, Bartolomé vivió en primera persona este acontecimiento histórico y actúo como negociador para llegar a un acuerdo justo con el corsario holandés. 

Y de ahí, de la existencia del poemario por nombre «Prosigue la fama», en donde el poeta grancanario habla de este acontecimiento histórico. El texto comienza diciendo lo siguiente: 

PROSIGUE LA FAMA

Quiso probar sus fuerzas con Canaria
Holanda la soberbia y arrogante,
para lo cual, con una gruesa armada
de ochenta galeones, que pusieran
en cuidado a Sevilla, y a Lisboa.

El asalto se dio en medio del año
de mil quinientos y noventa y nueve,
salieron los canarios a la orilla
a defender la Patria osadamente,
a ciento y treinta lanchas que venían
con una selva de arboladas picas,
y de mosqueteros innumerable.

Reverberando el sol en las celadas
que daban luz a los vecinos montes,
Y sin aver trinchera, ni reparo
llegaron los isleños valerosos
a medir las espadas, y las lanzas
con los determinados holandeses
que estaban en las lanchas; y aunque aquesto
de gran temeridad tuvo apariencia,
fue de valor un impero gallardo,
y celo de cristiana valentía.

Tiño el mar con una y otra sangre,
muriendo más flamencos que canarios,
la lluvia de esmeriles y mosquetes
al fin abrió camino en la ribera;
Y así desembarcó la infantería
pisando las arenas Fortunadas. 


Diez mil flamencos bien armados todos,
y siendo apenas mil los defensores
con pocas armas, pocos arcabuces
convino y fue forzoso el retirarse
a la ciudad, y en esta retirada
fue milagro evidente no perderse
ni aún una vida, habiéndoles tirado
más de cuatro mil globos impelidos
de salitrado polvo los bajeles.

Ganan pues los milites de Holanda
para seguridad de sus navíos
el castillo del puerto, en breve espacio
a la ciudad que del está distante
dos millas poco más pusieron cerco,
haciendo sus reparos y trincheras.

El frágil muro defendió tres días
contra toda esperanza, poca gente
a la mucha enemiga, que batiendo
con nueve basiliscos, retumbaron
del aire, mar y tierra los confines.

Salváronse en aqueste bravo tiempo
de la ciudad riquísimos despojos,
y del carro del Santo más humilde,
y del fuerte a la Abuela consagrado
de nuestro Redentor, del rubio bronce,
se despidieron rayos que enviaron
a cenar con Plutón más de seiscientos.

La costosa ciudad al fin ganaron,
do poco más hallaron de las casas.
Y ardiendo en vivas brasas de corridos,
y de furor vencidos, por la tierra
entraron a dar guerra a los lugares
más de cuatro millares de soldados
valientes, y arriscados, y en un monte
las aguas de acheronte se gustaron,
de muchos que mataron los isleños,
con lanzas y con leños, y temiendo
aquel asalto horrendo los de Holanda,
y brava escurribanda, fue forzoso
volver con vergonzoso movimiento
a poco más de ciento las espaldas.

Con apuestas guirnaldas los Canarios
siguieron temerarios el alcance,
y al fin de lance en lance los llevaron
hasta que se embarcaron con afrenta
huyendo la tormenta de Canaria,
mostróseles boltaria la Fortuna,
rompiendo la columna de su gloria,
y así su vanagloria mal nacia
de vitoria vencida tuvo nombre.

Ganando este renombre esclarecido,
el Patrón referido, y con la honra
de Holandesa deshonra matizada,
quedó Canaria honrada y valerosa,
aunque algo perdida en edificios,
que estos son los oficios de vil gente,
vengar con fuego ardiente licencioso
lo que el brazo alevoso tan cobarde
no se atrevió, ni pudo aquella tarde. 

 

Como no llegaron a un acuerdo, las tropas holandesas se aventuraron a subir a las montañas de Batán, donde estaban refugiados los isleños. Y allí, los canarios se habían hecho más fuertes y provocaron la huida del corsario holandés. 

A lo que este no se quedó con los brazos cruzados, y tras su huida mandó arrasar con la ciudad de Las Palmas y con todos aquellos edificios emblemáticos que se le cruzaron por su camino: saquearon la Catedral de Santa Ana, incendiaron el propio Castillo de la Luz, conventos, casas nobles de la ciudad, etc. 

Por si no lo sabías, la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria sufrió más ataques similares al del terrible del corsario holandés. La escuadra inglesa formada por Francis Drake y John Hawkins llegó a la isla en el año 1595, y dejó su imprenta en la historia de la isla de Gran Canaria. 

Cabe mencionar que los piratas no eran los mismo que corsarios, un término utilizado indistintamente para definirlos.  

A diferencia de los piratas, los corsarios eran marineros contratados por el propio Gobierno de un Estado para hacer lo mismo que los piratas: asaltar y robar aquellas embarcaciones de un país enemigo.  

El estado otorgaba lo que se conoce como patente de corso, algo así como carta blanca para hacer lo que quisieran con ese país con el que un estado tenía algún tipo de enemistad.  

Varios ejemplos de corsarios fueron Francois Le Clerec, apodado “Pata de Palo”, e incluso el almirante inglés Horatio Nelson, que en algunos escritos lo han considerado como un pirata/corsario. 

Una vez clara la diferencia, te invito a escuchar otro de los pódcast de Guanchipedia en donde hablamos de los dos personajes canarios muy conocidos en esa época, capaces de sembrar el miedo tanto en la mar como en tierra firme: el pirata Ángel García (apodado Cabeza de Perro) y del corsario Amaro Rodríguez Felipe (apodado Amaro Pargo), considerado durante muchos años como pirata hasta que se demostró, de forma documentada, que había pactado con el estado. 

¿Quieres saber más sobre la historia de piratas en Gran Canaria como la del corsario Van der Does? Déjalo en los comentarios 

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¡Besitos, mis niños y mis niñas!

Creación, Redacción, Grabación y Edición del Pódcast: Mónica Blanco (Las Américas)

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Fuentes de inspiración y Referencias consultadas:

 

 

 

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